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La ansiedad social es un trastorno que conlleva un temor, intenso y persistente en el tiempo, a ser observado y juzgado por otras personas. Esto dificulta nuestras relaciones con los demás. El simple hecho de conocer gente nueva; ir al trabajo o a la escuela puede suponer un evento difícil de asumir. Incluso, en ocasiones, evitaremos acudir a esos lugares donde sabemos que estaremos expuestos a los demás.

Síntomas de la ansiedad social

Algunas personas experimentan un temor que se escapa a su control y una angustia que les dificulta o impide hacer frente a sus tareas cotidianas. Hablar en público; tener una cita por primera vez con una persona desconocida o una entrevista de trabajo, por poner solo algunos ejemplos, son situaciones sociales a las que las personas con fobia social no querrán enfrentarse.

Se trata de un trastorno que empieza a desarrollarse en la infancia tardía y es más frecuente en las mujeres que en los hombres. Algunos de los síntomas que ponen de manifiesto que estamos teniendo un ataque de fobia social son:

  • Sudores, temblores y enrojecimiento.
  • Latidos acelerados del corazón.
  • Malestar estomacal.
  • Hablar en voz muy baja.
  • Adoptar una postura rígida.
  • No ser capaces de entablar contacto visual con el interlocutor.

Además de todo lo señalado, la ansiedad a situaciones sociales puede generar un estado de alerta durante días o semanas antes de que tenga lugar un evento. Para que lo entendamos: esa circunstancia será lo único que ocupe nuestros pensamientos y preocupaciones, hasta el punto de no poder ni dormir y de permanecer ansiosos a lo largo de todo el día.

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Causas de la ansiedad social

Las razones por las que unas personas desarrollan este trastorno, mientras que, a otras, no les afecta en absoluto el contacto social, no se saben con exactitud. Lo que sí conocemos, después de años de investigaciones científicas, es que existe un factor hereditario. Esto es así porque hay unas regiones del cerebro implicadas en el temor y la ansiedad que, al mismo tiempo, están influidas por la genética.

Otras causas de la fobia social son:

  • Estructura del cerebro. El núcleo amigdalino, que se localiza en el lóbulo temporal y cuya alteración está asociada a numerosos procesos psiquiátricos, puede influir en el desarrollo de fobia social. Si ese núcleo es hiperactivo, se puede tener un miedo intenso y un aumento de la ansiedad.
  • El entorno. Muchas veces, situaciones traumáticas (o, a nuestro juicio, vergonzosas) pueden llevar a que tengamos un recuerdo muy malo y un trauma que nos impida socializar. También, la educación de los padres, a veces muy protectores con los hijos, puede acelerar el desarrollo de la ansiedad.

Además del factor hereditario, los antecedentes familiares y las experiencias negativas que potencian la ansiedad, también hay algunos factores de riesgo por los que unas personas estamos más predispuestas a sufrir este trastorno. Estos son:

  • El carácter. La timidez y la introversión son rasgos del carácter, especialmente en la infancia, que nos predisponen a tener miedos sociales.
  • Una apariencia que llame la atención. Si tenemos un aspecto físico que destaca por algo en nuestro entorno o padecemos una afección, por ejemplo la tartamudez, que no nos permite expresarnos con fluidez, estamos ante una situación de riesgo de ansiedad.

Tratamientos para la ansiedad social

Si sospechamos de que padecemos este trastorno, lo primero es importante contactar con especialistas que nos puedan ayudar. La terapia suele ser muy efectiva, aunque sus resultados no se notarán de inmediato. Estas son algunas de las técnicas más empleadas en psicología para tratar la fobia social:

  1. Terapia cognitivo-conductual. Ayuda a pensar y trazar comportamientos determinados ante situaciones sociales. Al mismo tiempo, iremos sintiéndonos menos ansiosos y más preparados para la interacción con otras personas, gracias al desarrollo de ciertas habilidades sociales.

Podemos hacer esta terapia tanto en grupo como de manera individual, y usaremos herramientas muy útiles como la relajación, el mindfulness, la reestructuración cognitiva, el trabajo con recuerdos o la exposición imaginaria, entre otras.

Dentro de la cognitivo-conductual está la terapia de exposición, la cual consiste en hacer frente, poco a poco, a los temores. De esta manera, podremos ir participando en esas actividades que antes evitábamos.

  • Terapia de aceptación y compromiso. En ella, usamos la atención plena y el establecimiento de metas como estrategias para reducir la ansiedad.

En definitiva, la ansiedad social es un trastorno muy común que puede abordarse con facilidad gracias a las terapias psicológicas tan efectivas que tenemos en la actualidad. Si necesitas asesoramiento, no dudes en contactarnos.

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