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Perfeccionismo patológico

¿Te gusta hacer todo perfecto? ¿Te exiges mucho a ti mismo/a y a los demás? ¿Tienes baja tolerancia a la frustración? ¿Sueles tener dificultades para delegar en otras personas? ¿Revisas tu trabajo de forma repetitiva? ¿Evitas aquellas tareas en las que no tienes el éxito garantizado? ¿Inviertes mucho tiempo en los pequeños detalles llegando a perder la visión global de la tarea? ¿Necesitas tenerlo todo controlado? ¿Nunca, nada, es suficiente? ¿Tienes baja tolerancia a los errores o al fracaso? ¿Te irritan las personas poco responsables? ¿Tienes siempre la sensación de que podrías hacer más de lo que haces?

O por el contrario ¿Te bloqueas y no consigues finalizar las tareas que emprendes porque te altera pensar en el tiempo y en el esfuerzo que supondrán? ¿Tiendes a procrastinar y a demorar el inicio de la tarea porque te supera la constancia que exigirá de ti? ¿Evitas proyectos o actividades en los que temes no estar a la altura? ¿Tu autoestima está en función de tus logros?

Si la respuesta a muchas de estas preguntas es sí, quizás te interese seguir leyendo.

¿Has oído hablar alguna vez del perfeccionismo patológico? Ese grado de perfeccionismo no constructivo, donde no hay margen para el detalle defectuoso o el término medio, y que suele generar altos niveles de malestar y, en muchas ocasiones, interferir en la vida de quien lo padece.

Las personas con perfeccionismo patológico tienen una gran auto-exigencia, que les lleva a padecer ansiedad, preocupaciones e incluso sentimientos de baja autoestima. Esta auto-exigencia puede dirigirse a un único área de la vida de la persona (por ejemplo, trabajo o estudios) o extenderse a múltiples áreas (imagen corporal, deporte, habilidad social, organización en el hogar y en las tareas domésticas).

Cuando el perfeccionismo llega a este grado, suele resultar agotador, ya que se requiere mucha energía. O bien, bloquea y lleva a la persona a abandonar el objetivo. Además, si esto no se consigue (y muchas veces no es posible) la persona va a sentirse muy frustrada y su autoestima se va a ver afectada. Por lo que es habitual que uno pueda sentirse constantemente insatisfecho e infeliz.

Un perfeccionismo constructivo permite ser más flexible en los objetivos, perseverar a pesar de los errores o imprevistos, conocer las propias limitaciones, así como disfrutar de las tareas y no fijar la atención tanto en el resultado. No genera malestar y fomenta una autoestima sana. Es decir, es productivo. No hay que eliminar el perfeccionismo, sólo canalizarlo y modularlo.

Ser perfeccionista, en el sentido de que a alguien le gusten las cosas bien hechas, puede reportar muchas ganancias positivas en el día a día, por lo que en terapia el objetivo va a estar dirigido a que la persona revise aquellos aspectos que resultan excesivos y le limitan, para poder modificarlos e integrar este rasgo de forma sana y equilibrada. También es importante conocer el origen y las creencias limitantes que subyacen, así como construir una nueva autoestima basada en variables internas e intrínsecas a la persona.

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